Fibromialgia (Goikoetxea)

 

Arturo Goicoechea
Irudixa: euskonews

Arturo Goikoetxea neurologuan bloga ezinbestekua da miña aztertu nahi dabenandako, batez be pazientian ikuspegixa landuta.

Artikulu honetan, fibromialgia, miña eta alergixian arteko puntu amankomun garrantzitsua jotzen dau, «sentsibilizaziño zentraleko sindrome» esaten jakenei buruz.

Ideas y/o personas equivocadas

Opino que los llamados “Síndromes de sensibilización central”, apartado en el que se incluyen padecimientos tan ubicuos y dramáticos como la migraña y la fibromialgia, suceden en organismos razonablemente sanos pero gestionados por un cerebro equivocado.
Opino lo mismo respecto a un padecimiento tan ubicuo, torturador y peligroso como la alergia: sucede en un organismo razonablemente sano pero gestionado por un sistema inmune equivocado. Podríamos extender la reflexión a las enfermedades autoinmunes.
– Su organismo no está enfermo. Hay un problema de gestión.
Mi tesis de la gestión cerebral errónea genera recelo. Ha costado pero ya se admite, por el peso de las evidencias, que anda el cerebro metido en la trama de los Síndromes de sensibilización.
La migraña y la fibromialgia son enfermedades cerebrales. De acuerdo. El cerebro procesa mal la información, amplifica el dolor…
Sólo se cuestiona al cerebro. No se plantea un posible error en la propia información. Ni siquiera se considera el error evaluativo: el cerebro es bastante normal, la información es razonablemente correcta pero ha habido una evaluación cerebral errónea, por motivos que se nos escapan… No conocemos bien el proceso evaluativo de los circuitos sinápticos… Tampoco conocemos bien el proceso evaluativo de la trama inmune.
Vale que sea el cerebro pero solo si estamos hablando de un cerebro biológicamente vulnerable. Entiéndase esa vulnerabilidad biológica como una condición de riesgo que proviene de los genes. Para sobrellevar esta vida moderna hay que echarle “genes”, los adecuados, los de la “resiliencia”, los del “fitness”. Si no es así cualquier inconveniencia física o psicoemocional pondrá en evidencia esa genética sensiblera, minusválida, que solo sirve para entornos algodonosos.
La Biología empieza y termina en los genes. Lo que queda  son “cosas de la vida”, retoques emocionales, traumas, estreses y dieta.
¿Qué tienen las neuronas y la red que ellas tejen para que se les niegue la condición del error?
¿Qué problema hay para considerar la red neuronal como un sistema condenado (por genética) a aprender a golpe de errores y aciertos? ¿No es cierto que la red neuronal humana desarrolla ese aprendizaje de modo tutelado, con instructores y refuerzos (premios y castigos) naturales y artificiales?
¿Quién garantiza que la tutela y refuerzos de la cultura son los adecuados?
¿Qué hay de la función “toma de decisión”? ¿Acaso no es Biología?
La hipótesis del error evaluativo puede ser correcta o no serlo. El tiempo y las cautelas lo dirán.
Mientras la Ciencia hace su trabajo podemos considerar la hipótesis y aplicarla, dando la oportunidad a los padecientes de recuperar la autoestima somática y dedicarse a minimizar el error evaluativo (“estoy enfermo”; “mi enfermedad es misteriosa e incurable”) o defender la hipótesis contraria: es una enfermedad. No conocemos el origen. Necesitamos más fondos de investigación y subsidios y derechos para los enfermos.
Los defensores de la hipótesis de enfermedad recuerdan la época preinfecciosa, aquella que explicaba la tisis tuberculosa como algo emanado de una lucha desigual entre el cuerpo frágil y un espíritu sensiblero. La muerte no era sino el resultado de esa batalla. Koch identificó su bacilo y se acabó la Literatura que relacionaba las toses, palideces y desfondamientos con el espíritu. Había un mal bicho que nos comía las entrañas.
¿Y si estuviera sucediendo lo mismo? El cerebro, la información, la cultura, los errores evaluativos… No hay ninguna diferencia con lo de los espíritus y la tisis…
Las hipótesis están ahí para aplicarles la lupa de la Ciencia. Tenemos la hipótesis de la enfermedad escondida y tenemos la hipótesis del error evaluativo.
Hay ideas acertadas e ideas erróneas. La vida misma.
El cerebro es un órgano que trata de minimizar la incertidumbre (“energía libre”. Friston). Es así. Es una evidencia plausible.
No existe la incertidumbre cero mas que como un estado subjetivo ilusorio y obstinado.
Una persona que niega la posibilidad del cerebro equivocado está equivocada, al menos, con la misma probabilidad que aquella que niega la posibilidad de un sistema inmune equivocado.
¿Por qué negamos a la neurona lo que concedemos al linfocito?
Existe el derecho a conocer “la verdad” y a exigir que haya esfuerzo por dar con ella.
También existe el derecho a conocer “el error” y a exigir que haya esfuerzo en minimizarlo.
Abrazar la subjetividad de la verdad perfecta, redonda, es peligroso.
Para mí que el cerebro no es un órgano infalible que solo se equivoca por enfermedad o desvarío genético.
Para mí que el cerebro habita la incertidumbre.
Para mí que la Cultura puede, a veces, señalar en la dirección equivocada.
Para mí, claro…

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